Comentario
Ya en la época de Heródoto, en el siglo V, la dinastía macedónica estaba perfectamente elaborada y servía de base para consolidar a los reyes entonces gobernantes. Sin embargo, las luchas continúan, complicadas por las relaciones de Macedonia con los demás protagonistas de la historia de la época, persas y griegos. En efecto, la expansión persa de finales del siglo V y, en concreto, la expedición contra los escitas pusieron a Darío en contacto con el rey Amintas, que ofreció la hospitalidad a los embajadores. Una hija del rey fue entregada en matrimonio al noble Bubares. Por otra parte, Hipias, al ser expulsado de Atenas, halló refugio en Macedonia, lo que le sirvió de vehículo para luego ponerse en contacto con los persas, que lo acogieron definitivamente y colaboraron en sus intentos de restaurar la tiranía en Atenas. Así respondía a las aspiraciones imperialistas de los bárbaros. Macedonia, como reino en formación en un ambiente de violencia, se encuentra en una situación compleja entre las fuerzas enfrentadas y en contacto con sistemas políticos ciertamente divergentes.
Figura de especial relieve dentro de este contexto es Alejandro, hijo de Amintas, luego Alejandro I, cuya actuación resulta simbólica de la peculiar situación de Macedonia, entre ciudades griegas y sistemas políticos isonómicos, entre grandes reinos y costumbres bárbaras. Cuenta Heródoto que no pudo soportar la osadía de los embajadores persas, que pidieron que estuvieran presentes en la fiesta de recepción las mujeres de los macedonios. Alejandro los engañó con servidores disfrazados que mataron a los persas cuando intentaron sobrepasarse.
También cuenta Heródoto que era próxenos de Atenas y trató de convencer a los atenienses para que cedieran ante los persas, pero que, al no lograrlo, les pidió que reconocieran su buena voluntad y su amistad. Lo llamaron Filoheleno, pero de hecho ofreció riquezas a los persas y sus tropas combatieron a su lado en la batalla de Platea. Heródoto dice que era griego, concretamente argivo, y la prueba estaría en que pudo participar en los juegos olímpicos, posiblemente los del año 500. Sin embargo, el hecho mismo de que lo llamaran Filoheleno parece indicar que no era considerado propiamente griego, pues tal es un título atribuido a los extranjeros que actúan de modo benéfico. Por otra parte, la posibilidad de participar en la Olimpiada le fue concedida tras una disputa, según cuenta el mismo Heródoto, pues algunos lo llamaban bárbaro. La cuestión era sin duda objeto de controversia en esa época y su actuación en las Guerras Médicas no debió de favorecer el proceso de integración helenizadora.
La tradición atribuye a Alejandro I la organización de un ejército de caballería, en que los vínculos tribales parecen haberse supeditado a los vínculos personales, en forma de hetairía. Sin duda, los contactos exteriores, en guerra y en paz, ante reinos organizados y poderosos y ante ciudades independientes y personajes que mantenían con ellas relaciones complejas, favorecieron la tendencia a fortalecer militarmente el reino y la función individual del rey.